Conocí a Elizabeth en épocas de la pandemia. Yo estaba en la agencia, y ella llegó a hacer casting. Hizo algunos papeles en varias de las producciones. Nunca supe porqué no le dieron un protagónico. Bueno, si supe.
Porque no les dió las... Ya sabes.
Eso me agradó de ella. Una chica que se hace valer y respetar. Y fue lo que me hizo acercarme en invitarla a pasear. Y aceptó.
No sé si somos como tal "pareja", pero la pasamos muy bien juntos. No tenemos otros planes más serios. No aún, al menos.
Pero eso no me importa. Soy feliz con ella y creo que ella también conmigo. Excepto cuando se enoja porque no quiero ir a una fiesta que la invitaron. No me gusta la gente, y menos la que no conozco. Ella es libre de ir y hacer lo que quiera. Ella sabrá. Al final de cuentas, no la controlo. Puede tomar sus propias decisiones, al igual que yo.
Pero si debo de importarle. Siempre regresa a mí y yo a ella. No sé si nos amamos, pero si que nos queremos.
Todo hubiera sido más fácil si no existieran los 20 años de diferencia entre nuestras edades. Pero que carajos. A darle.
Poeta, trovador y loco. Viejo indecente. Perdedor nato. Contrapeso de quienes se creen "un chingo". No tengo dinero, pero siempre consigo cerveza, whisky y cigarrillos. Feo de a madres, pero no me falta con quien mojar la brocha. Alter ego literario. No todos los excesos son "tan" exactos, pero mi hígado marchito y las inyecciones de penicilina contra la gonorrea dicen lo contrario.